Me enfadé con Guillem Arnau.
No quería posar para mí.
Pasé toda la tarde montando un escenario Navideño, llené el estudio de purpurina, llené mi ropa de purpurina, comí y aspiré purpurina y me dejé las uñas poniendo lacitos.
Y a la hora de la verdad, el pequeño no quería posar.
Me enfade, me frustré… ya no me gustaba el escenario que tanto esfuerzo me había costado…
Después de la bronca y la decepción, vino la reconciliación.
Desconcertado, no entendía qué hacíamos celebrando la Navidad en Noviembre.. pero si aún es otoño!!! me dijo.
Y pensé que tenía razón, que teníamos la manía fea de anticiparnos a todo y se nos pasaba de largo lo esencial, lo maravilloso del momento presente.
Para qué montar un escenario? Pronto llegará la Navidad de verdad…
A él le gusta lo auténtico, y le tengo que dar la razón. Qué sabios llegan a ser los niños! suerte tenemos los que los tenemos cerca y les sabemos escuchar.
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